Las pinzas de la ropa
Quiero escribir pero no puedo.
Hay demasiado ruido en esta casa,
risas, alegría, criaturas
que van a comerse la vida
a manos llenas.
Espero a que llegue el silencio,
y mientras, salgo a tender la ropa.
No puedo odiar más las tareas
de amita de mi hogar.
Voy disponiendo la ropa con orden
casi matemático. Intento concentrarme
en esa perfecta distribución como
si fuera una actividad mental zen.
Pero solo pienso en versos
ahora que son ellos mis quebrantos
y dejé de perseguir escorpiones
con las piernas exageradamente largas.
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