Pendientes de perlas

 


Hola, soy yo, la mujer de tu amante.
La legítima, la del matrimonio legal.
Te observo, te analizo, comparo
y lo siento, guapa, sales perdiendo.
Él te besa los pies, te lame el vientre
y sospecho que te habla de amores
furtivo alguna noche en tu alcoba
(con unas sábanas que dirías de Holanda
para hacer una consciente rima interna
y demostrar que conoces a Lorca).
Sin embargo, los sábados vamos juntos
a comer con los amigos del Náutico.
Los domingos brunch con mi familia.
Él no estuvo en la presentación de tu poemario
¿recuerdas?.
Aunque atiborraban la sala tus amigos,
y te miraba babeando orgullo tu familia,
nosotros estábamos en un evento,
de excelencia de dirección blablabla.
Él recogió ese premio con su traje impecable
y tal vez pensó en ti, pero besó mi mejilla.
¿Qué tienes tú? ¿Unas miradas arrobadas,
un amor enloquecido, algunas noches furtivas,
versos enamorados, le vin, les huîtres,
flores, poesías y sexo salvaje?
Pringada.
Para ser más que tu no necesito tu altura
(yo me pago stilettos pijos)
ni siquiera necesito saber escribir:
para que puedas leer estos versos
ya te tengo a ti tecleando.

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