Asfódelos


 


Claro, es que ese es el problema de hacer alusiones que son muy claras para mí, muy fáciles, porque la botánica me pierde y porque estas plantas son mediterráneas. A lo mejor tú no has visto un asfódelo en tu vida. Y ese es el juego: que te lo imagines, pero sin ser demasiado explícito.

Eso es una de las cosas más difíciles. Al final, los asfódelos son unas pequeñas florecitas que no son muy bonitas, ni muy aparentes, ni muy grandes. De hecho, puedes pasar sin verlas. Pero son una de las primeras flores que aparecen, todavía en invierno.

Ahora, en esta época, aquí están empezando a florecer los almendros, que es una cosa brutal. Porque, efectivamente, de unos árboles que parecen muertos y no tienen ni una puta hoja, de repente empiezan a brotar unas flores en una explosión que siempre me conmueve, todos los años.

Empiezan a llenarse de flores: algunos son blancos, otros son rosas. Me fascinan. Además, no puedes coger una ramita y llevártela a casa, porque se dehsacen. Solo puedes verlos en el monte. Son de los primeros árboles en florecer.

Y luego están los asfódelos, estas plantitas pequeñas que te digo. Ni huelen bien ni tienen valor ornamental. Pero ahí están, las primeras en salir.

En la mitología griega, sabes que Perséfone marca el paso de las estaciones. Cuando está en su reino de ultratumba, porque es la pareja de Hades, el campo muere. Durante otoño e invierno, pasa seis meses con él. Y cuando vuelve a la superficie y se reencuentra con su madre, Deméter, la diosa de la agricultura y la fertilidad, su madre se pone tan contenta que hace florecer los campos. Así nacen la primavera y el verano.

Esta historia me parece súper bonita y la cuento hasta la saciedad.

Los asfódelos son las plantas de Perséfone. Los dioses griegos tienen una serie de atributos que normalmente son animales o plantas. Atenea tiene la lechuza, el peplo y el escudo. Perséfone tiene los asfódelos. Es su manera de decir: Voy, esperadme, aguantad.

Eso es lo que intento explicar. Pero, claro, esta explicación tan didáctica no es poesía. Es una explicación bonita, sí, pero no es poesía. Ahí está el juego: explicarlo sin ser tan explícito.

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