June dice: agujero de bala en el cráneo

 







Hablaron de él.

Pero como algo que ya pasó, que tuvo su espacio y su tiempo, su dolor y su sitio, y que ahora ya no está. Para June fue una lección de vida. En aquella época aún arrastraba un dolor inmenso, uno que todos se empeñaban en ignorar. Y ese fue su error. Un dolor que se sentía como un agujero en el pecho, como una herida de bala en el cráneo. Un dolor que la volvía loca, que la empujaba a tomar malas decisiones, a caer en paranoias, a vivir en un constante sufrimiento. Pero luchaba, como siempre. Como Xena enfurecida. Como una leona albina con sus crías colgando de las fauces, soltando zarpazos a quien se atreviera a acercarse. Esa es la imagen que más vívidamente conserva de sí misma de esa época: sus cachorras detrás, ella protege con colmillos y rabia, con una furia infinita. No os preocupéis de nada, pensaba, dormid tranquilas, que yo velo por vosotras. Yo ataco. Yo destrozo cualquier intento de perturbar vuestra paz. Y la mía. Y si eso significaba inmolarse para contener sus fantasmas, lo haría. Y si tenía que llenar la cabeza de distracciones absurdas para no pensar en los miedos reales, también. Y si necesitaba meter a alguien en su cama solo para intentar olvidarlo después, lo haría.

Salió mal, porque su cabeza no estaba bien. Porque tenía una herida de bala en el cráneo. Y porque solo atraía a gente con heridas iguales, en el cráneo o en el corazón. Locos. Ahora lo ve con claridad. Locos, como Cathys. ¿No tienes ninguna amiga normal?, le preguntaron una vez. No es que todas estuvieran completamente locas. Pero con ella, sí. En su relación con ella, sí. Era una locura bidireccional, de dos carriles. Con los demás, algunas eran casos perdidos. Otras, como June, vivían al filo, just straight in the edge.

Pero estar loca también la llevó a atraer locos. Gente con una bala alojada en el parietal. Locos que se veían reflejados en el espejo de sus aguas, como Narciso en las suyas. Locos que enloquecían con ella.

Lorena dice que le obligó a tomar una decisión que no quería. June no está de acuerdo. Cree que sí quería, pero no así. No de esa manera, no cuando la decisión ya era fatal. Debería haberla tomado justo antes de conocerla.

Tal vez todo habría sido mejor si hubiera sido más valiente. Si no la hubiera conocido. Si no la hubiera arrastrado a las aguas torrenciales de la locura, de la pasión, del dolor, del alcohol.

Claro que quisiera sentir que no es una leona albina a dentelladas con el mundo. Claro que quisiera dejar de pensar que está en una cárcel de la que solo quiere huir.

Jódete, agujero en el cráneo, piensa ahora. Ya no me afectas.

Dos meses exactos. Casualidad.

Dos meses sin que ronde su cabeza. Casualidad.

June es la obsesión de sus últimas obsesiones. Espera que no sea más que otra casualidad, como lo fue haberse conocido.

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